LA INVASION ALMOHADE
El imperio de los almorávides se desmorona en el Norte de Áfricaen los primeros decenios del siglo XII al chocar con los almohades. Este movimiento había sido inspirado por el asceta Muhammad ibn Tumart y convertido en guerra santa por su seguidor, Abd al-Mu'min, hacia 1120: en menos de treinta años determinó la edificación de un nuevo imperio berebér, extendido desdeMarruecos a Cirenaica.
La invasión de la Penínsulapor los almohades, iniciada el 1146, supuso en principio un parón en la Reconquista. El dominio almohade se extendió muy pronto hastaSierra Morena, poniendo fin progresivamente a las taifa que habían surgido al decaer el poder almorávide.
La capital del imperio almohade se estableció en Marrakesh, residencia de Abd al-Mu'min y de sus sucesores, que asumieron la dignidad de califas, sin reconocer al califa legítimo de Bagdad. El principal centro de la España musulmana fue en adelante Sevilla.
El reto de la invasión almohade -que alcanza su punto crítico entre 1157, año de la división de Castilla y León entre los dos hijos deAlfonso VII, y 1175- origina un nuevo tipo de repoblación a cargo de las órdenes militares que se crean en ese período: Calatrava, Santiago y Alcántara. A ellas se les encomienda, en toda la cuenca del Guadiana, la defensa militar; detentan amplísimos señorios jurisdiccionales y llevan a cabo una labor colonizadora cuyo apoyo económico fundamental es la ganadería.
Alfono VIII de Castilla, proclamado mayor de edad en 1170, va a protagonizar en adelante la lucha con los almohades, sujeta a las alternativas impuestas por la rivalidad creciente entre los cinco reinos peninsulares. En la toma de Cuenca (1117) recibió una eficaz ayuda de Alfonso II de Aragón (1162-1196), a cambio de la cual se puso término a las últimas dependencias feudales de la Corona deAragón respecto de Castilla. Tras la derrota de Alarcos, última victoria almohade en España (1195), se fue abriendo paso la política de solidaridad peninsular que iba a culminar en la proclamación por Inocencio III de una cruzada que, si no dio los resultados que se esperaban, hizo al menos que la nueva campaña tuviera verdadero alcance peninsular, aparte de una colaboración ultrapirenaica más simbólica que efectiva.
Con la participación de Alfonso VIII de Castilla, Pedro II deAragón, Sancho VII deNavarra y contingentes leonenses y portugeses, las tropas cristianas atravesaron Sierra Morena para alcanzar en las Navas de Tolosa(16 de julio de 1212) la más importante victoria de laReconquista, que quebrantó el poder almohade y dejó abierto para el futuro el dominio delLevante y Andalucía.
Las querellas sucesorias a la muerte del quinto califa almohade,Abu Yaqub Yusuf (1224), marcan el comienzo de la conquista deExtremadura por Alfonso IX de León (1188-1230), a la vez que su hijo Fernando III, rey de Castilla, se apodera de la cuenca alta del Guadalquivir; unidos ya en una persona ambos reinos (1230), se redondea la ocupación de esa última zona.
La invasión de la Penínsulapor los almohades, iniciada el 1146, supuso en principio un parón en la Reconquista. El dominio almohade se extendió muy pronto hastaSierra Morena, poniendo fin progresivamente a las taifa que habían surgido al decaer el poder almorávide.
La capital del imperio almohade se estableció en Marrakesh, residencia de Abd al-Mu'min y de sus sucesores, que asumieron la dignidad de califas, sin reconocer al califa legítimo de Bagdad. El principal centro de la España musulmana fue en adelante Sevilla.
El reto de la invasión almohade -que alcanza su punto crítico entre 1157, año de la división de Castilla y León entre los dos hijos deAlfonso VII, y 1175- origina un nuevo tipo de repoblación a cargo de las órdenes militares que se crean en ese período: Calatrava, Santiago y Alcántara. A ellas se les encomienda, en toda la cuenca del Guadiana, la defensa militar; detentan amplísimos señorios jurisdiccionales y llevan a cabo una labor colonizadora cuyo apoyo económico fundamental es la ganadería.
Alfono VIII de Castilla, proclamado mayor de edad en 1170, va a protagonizar en adelante la lucha con los almohades, sujeta a las alternativas impuestas por la rivalidad creciente entre los cinco reinos peninsulares. En la toma de Cuenca (1117) recibió una eficaz ayuda de Alfonso II de Aragón (1162-1196), a cambio de la cual se puso término a las últimas dependencias feudales de la Corona deAragón respecto de Castilla. Tras la derrota de Alarcos, última victoria almohade en España (1195), se fue abriendo paso la política de solidaridad peninsular que iba a culminar en la proclamación por Inocencio III de una cruzada que, si no dio los resultados que se esperaban, hizo al menos que la nueva campaña tuviera verdadero alcance peninsular, aparte de una colaboración ultrapirenaica más simbólica que efectiva.
Con la participación de Alfonso VIII de Castilla, Pedro II deAragón, Sancho VII deNavarra y contingentes leonenses y portugeses, las tropas cristianas atravesaron Sierra Morena para alcanzar en las Navas de Tolosa(16 de julio de 1212) la más importante victoria de laReconquista, que quebrantó el poder almohade y dejó abierto para el futuro el dominio delLevante y Andalucía.
Las querellas sucesorias a la muerte del quinto califa almohade,Abu Yaqub Yusuf (1224), marcan el comienzo de la conquista deExtremadura por Alfonso IX de León (1188-1230), a la vez que su hijo Fernando III, rey de Castilla, se apodera de la cuenca alta del Guadalquivir; unidos ya en una persona ambos reinos (1230), se redondea la ocupación de esa última zona.
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