Y DESPUÉS VINIERON LOS ARAVES
Los árabes que habitaban la península arábiga no formaban una nación ni un Estado. Formaban diversas tribus dispersas e independientes (unas eran nómadas y otras sedentarias) y en continuas luchas. Estas tribus no reconocían un poder que fuera común a todas ellas.
Las tribus nómadas del desierto, los llamados beduinos, constituían un grupo social de unos 3.000 miembros; dicho grupo estaba a su vez dividido en familias pero unido por la herencia de sangre, que se transmitía por vía paterna. La relación entre las distintas tribus fue siempre difícil e inestable. Las características de estas tribus de beduinos eran, además de la unión de la sangre, el sentido de la hospitalidad, el tener siempre presente el honor y el valor guerreros, y el aprecio a la poesía y a la elocuencia, facultades que sirvieron como instrumentos en la memoria colectiva del pueblo árabe.
Las tribus sedentarias vivían en el Yemen, al suroeste, y en los principados del norte (en realidad en estos principados las tribus eran seminómadas) que se relacionaban con Persia y Bizancio. El Yemen servía de enlace entre las rutas marítimas y las rutas de caravanas. Dichas tribus, después de tiempos de esplendor desaparecieron como entidades independientes ante la supremacía y presión de los persas en el primer tercio del siglo VI.
Por otra parte, la ciudad de La Meca (مكة), así como las ciudades del desierto centro-occidental, en esa misma época, prosperaron en gran manera a la sombra de las rutas caravaneras. Las tribus se fueron haciendo sedentarias y los mercaderes formaron una nueva entidad social acumulando riquezas y olvidando un tanto los viejos valores nómadas.
En cuanto a la religión, los árabes pre-islámicos no eran monoteístas, veneraban piedras, árboles, astros, demonios y ciertos dioses o ídolos que eran honrados en La Meca. Eran más religiosos los beduinos que el resto de la población.
Tal era el escenario y la situación en la península arábiga a principios del siglo VII, cuando entró en escena Mahoma (Muhammad, محمد ) y en el año 610 empezó a predicar una religión nueva y monoteísta: el islam. Los árabes eran escépticos y positivistas y al principio se burlaron de él y hasta le persiguieron. Pero con energía y constancia más la fuerza de las armas con que intervinieron sus partidarios, Mahoma impuso su doctrina y su poder. Los árabes se dejaron arrastrar al principio sobre todo, más que por la religión, por su espíritu guerrero y conquistador, cualidades éstas que supieron desarrollar igualmente sus sucesores.
Con la ayuda de Mahoma, su nueva religión y su espíritu de expansión, las tribus árabes llegaron a tener una cierta unidad política con un jefe común. Aunque no fue nunca una cohesión fuerte y sólida, pues mantuvieron a lo largo de la Historia y en todo el territorio del islam continuas guerras tribales, apareciendo diversos partidos y diferencias en las ideas y preceptos religiosos. La historia interna del imperio musulmán muestra continuamente una natural independencia y el recuerdo del odio entre tribus. Esta lucha constante a través de los siglos culminó con la disgregación de los Estados musulmanes y permitió la posterior dominación de las principales potencias coloniales occidentales Imperio Británico, Colonialismo francés y expansionismo norteamericano.
Muy importante y definitivo para las futuras conquistas fue el aporte humano de los beduinos. Su fuerza, su agresividad, sus tácticas de combate fueron en gran medida eficaces para el triunfo del islam sobre los grandes imperios sedentarios de sus vecinos. A lo largo de la historia del mundo islámico se va a repetir continuamente este aporte humano de nuevos nómadas que seguirán los patrones sedentarios pero que llevarán siempre el recuerdo de sus orígenes, mitificando la figura del beduino como la perfección primitiva.
Las tribus árabes unidas bajo el mandato de Mahoma y sus sucesores llevaron el islam y conquistaron en pocos años (del 697 al 708) casi toda el Asia Menor, Egipto y norte de África. Los pueblos dominados y que aceptaron la nueva religión son conocidos con los nombres de musulmanes (que viene de la voz del árabe clásico muslim de raíz trilítera SLM de la misma familia queislam), mahometanos (de Mahoma) y sarracenos (del arameo rabínico sarq-iy-in, habitantes del desierto; sraq es desierto). Entre todos ellos, el principal era el pueblo árabe, pero no el único. Estas denominaciones no son sinónimo de árabe.
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